diumenge, 24 d’abril del 2016

Las aventuras del libro mágico


Había una vez un libro mágico, que estaba encerrado bajo llave en una habitación. Nadie sabía donde estaba la llave que habría esa extraña puerta. Un día, un joven llamado Aladín, estaba jugando a fútbol y se le escapó la pelota, cuando la fue a buscar encontró una llave.


Cuando la recogió del suelo fue a ver a su padre, para preguntarle que era esa cosa tan extraña. Su padre le contó la historia de la llave que abría la puerta de una habitación secreta. Cuando Aladín se enteró, fue rápidamente en busca de la puerta.
Después de tantos días de viaje, a lo lejos vió una montaña. Como iba acompañado de su alfombra mágica, subió esa montaña en un momento. Al llegar, abrió la puerta y descubrió un libro apoyado en un atril. Al tocarlo se lo tragó y al despertar, apareció en una casita donde en la escalera, había una monedita. Pronto supo que estaba en la casita de la ratita presumida. Aladín se pasó horas y horas buscando a la ratita presumida, pero él no se daba cuenta de que estaba reversionando el cuento. Cuando la encontró tuvieron una charla muy larga, hablando de como podría volver Aladín a su vida normal. Al fin, Aladín supo como volver. Contó con la ayuda de la ratita presumida. Cuando volvió a esa habitación del principio, ¡se dió cuenta que había entrado en un cuento! El libro se lo volvió a tragar y cuando despertó, vió tres casitas, entonces supo que estaba con los tres cerditos. Aladín se cansó de tanto buscar, cuando se sentó para descansar pasaron por allí los tres cerditos. Aladín les pregunto si habían oído hablar “del libro mágico“. Los cerditos se miraron unos a los otros pensando a que podía referirse ese chico. Cuando por fin se acordaron de una historia parecida que les habían contado hacía pocos días antes. Aladín con ayuda de los cerditos se pusieron manos a la obra para ver que podían hacer, cuando descubrieron que algo no cuadraba. Lo revisaron todo, le hicieron preguntas, muchas preguntas al pobre chico, pero había algo que se les escapaba. Los cerditos le pidieron a Aladín que les entregara la llave para echarle un vistazo. Después de un rato, se dieron cuenta de que habían visto una piedra con una forma parecida. Llevaron al chico a la piedra misteriosa y pusieron la llave encima. Después de un rato la llave se ilumino y abrió una especie de portal mágico. Aladín se metió y apareció otra vez en la habitación del principio. Antes de que se lo volviera a tragar, cerró el libro con fuerza y salio de la habitación.


Aladín rompió la llave para que a nadie más le pasara lo mismo que a él. Cuando volvió a su casa estaba su padre esperándolo para cenar, claro porque mientra él vivía esa aventura es como si no hubiera pasado nada, cosa que Aladín agradeció porque no le gustaban las preguntas, le ponían nervioso.

Y así fue, vivieron felices y comieron perdices!!


Marta Bayona y