dissabte, 30 d’abril del 2016

Caperucienta


Hace mucho tiempo, en un castillo muy lejano, vivía una joven llamada Caperucienta. Tenía quince años, era morena y con los ojos azules y siempre llevaba una capucha roja que le había regalado su abuela. En el castillo hacía de sirvienta, y su madrastra le hacía trabajar muy duro.
Un día, sus hermanastras, le dijeron a Caperucienta: “Ves a limpiar el sótano, que está muy sucio”, con la intención de encerrarla y que no pudiera acudir al baile que organizaba el rey del pueblo. La joven llegó al sótano, que estaba muy oscuro, y se puso a trabajar. Mientras limpiaba, se fijó en una puerta muy vieja que estaba en el fondo de la sala. Abrió la puerta y...¡no podía imaginar lo que estaba viendo! Era la salida a un bosque con un gran castillo en el centro. Caperucienta sintió curiosidad y se acercó al castillo. Junto a la entrada principal se encontró con una hada mágica que le advirtió que dentro vivía una reina muy mala, con un espejo mágico. Cada día, la reina malvada le preguntaba al espejo si había alguien más bella en el reino. La hada le advirtió que esa mañana, el espejo mágico respondería que hay una chica del castillo vecino era la más bella de todas, y que en ese momento, se encontraba muy cerca. También le dijo a la joven que la malvada reina había ordenado al mejor cazador que tenía en el castillo que matase a la más bella, y que le trajera su corazón. Caperucienta le dio las gracias al hada, y salió corriendo hacia el bosque. Después de cabalgar durante horas, el cazador encontró a Caperucienta escondida en unos arbustos, pero arrepentido le dijo: “Tienes que irte lejos de aquí, porque la reina quiere que te mate“. Ella se fue corriendo asustada. Por el camino, se encontró con un lobo feroz que vivía también por esos bosques, y le dijo que viniera con él. Caperucienta, aún más asustada, corrió y corrió muy lejos de allí, hasta encontrar una casa de piedra donde vivían siete cerditos enanos. La joven les explicó lo que estaba pasando. Ellos dejaron que Caperucienta se quedase en su casita, a pasar la noche.
El arrepentido cazador llevó a la reina un corazón de jabalí. El espejo mágico sabía que no era el corazón de la joven y se lo dijo a la reina. Ésta se enfadó mucho y decidió hacer un hechizo para deshacerse de Caperucienta. Envenenó una aguja, y lo preparó todo para que la joven se la clavase. Se disfrazó de hada y fue a la casa de los siete cerditos. Cuando llegó, le regaló a Caperucienta un broche con una flor, para protegerla y para que tuviera buena suerte. Al ponérselo, se pinchó, y la joven quedó hipnotizada por el veneno. Se desmayó y los siete cerditos estaban muy tristes. Pero por casualidad, en ese momento, llegó un príncipe que tiró a la reina al lago, y se murió. El príncipe, justo cuando vio a Caperucienta le dio un beso de amor verdadero. Ella se despertó. Los siete cerditos estaban muy contentos. La joven decidió quedarse a vivir con el príncipe, y dejar de estar todo el día limpiando. Al final todos estaban muy felices y se fueron a vivir al castillo.
Helena i Júlia