A
Siria,
por todas esas desgracias
por las que pasan las personas, aunque algunos jamás supieron de que
se trataba...
Todo
cambió mucho desde aquel día. Me gustaría volver al pasado. Aquel
pasado en el que los cuadros de la pared de mi habitación estaban
intactos y la pared del comedor no tenía un agujero enorme. Aquel
pasado en el que tenía alguna posibilidad de ser feliz. Ahora ya no
la tengo.
Ya
no sé donde está mi familia. Los edificios están destrozados y las
carreteras están levantadas.
Ya
no me acuerdo de nada. Antes me había trazado metas. Ahora, mi única
meta es sobrevivir.
En
poco tiempo tomo una decisión. Decido caminar sin frontera alguna.
Es cuando mis ojos se humedecen. Mi corazón se encoge cuando veo esa
impactante imagen. Niños muertos. Gente muerta. Empiezo a ver
borroso. Abundantes lágrimas inundan mis ojos. Entre cadáveres veo
a Ahmad, mi mejor amigo, gravemente herido. Entonces, escucho una
dulce voz:
-¡Samir!-
oigo a lo lejos - ¡Espera!
Antes
de girarme, mi cabeza retiene tres preguntas que me impacientan:
¿Qué
ha pasado?
¿Cuándo
ha empezado todo esto?
¿Por
qué hay tanta gente muerta?
Me
giro. En ese momento las lágrimas vuelven a inundarme la mirada,
pero esta vez de emoción. ¡Es mamá! Sabía que vendría a por mi.
De verdad, mi deseo es que se acabe todo esto y poder volver a
levantarme cada día con esa esperanza de hacer algo nuevo, de
cumplir metas y de volver a sentir el orgullo de haberlas completado.
De estar con mi familia. De sentir felicidad por lo menos una vez más
antes de irme.
Sandra Murga y Anna Español
Premio en lengua castellana 6º B