Me
despierto. Hoy con la lluvia no he podido dormir demasiado. Como
siempre, como todo lo que hay: una mísera tostada (más bien
quemada).
Me
cambio de ropa y empiezo a correr… y correr… y correr… 14 Km,
como cada día.
Me
paro: noto el viento en mi cara, oigo los mismos ruidos fantasmales
de siempre, los pájaros, siento el olor de tierra húmeda y en mi
mano empuño con fuerza mi lanza.
Tengo
suerte, hay unos matorrales que se mueven, así que sin pensarlo dos
veces, tiro la lanza con todas mis fuerzas hacia los matorrales.
-
¿¡Qué
haces!?
- de los matorrales sale una chica preciosa mirándome muy severa y
seriamente a los ojos (unos ojos muy brillantes, como unas perlas de
color azul, como el mar).
-
Quién eres? - pregunto – yo me llamo Jakob.
-
Yo soy Calera, hija de Sirius, el jefe de la tribu llamada “Ywooks”
- dice enfadada - y me acabas de rozar con tu maldita lanza en mi
pierna.
-
Lo siento – digo - ¿Qué puedo hacer?
-
Si fuera por mi estarías muerto en este mismo instante – dice
Calera – pero no soy yo quien decide. Sígueme. El Chamán lo
decidirá.
La
sigo por el bosque. Es muy rápida. De repente, veo todo un pueblo
indígena y muchas casas de madera.
Calera
emite unos extraños gritos, y un minuto después todo el poblado
está rodeándome.
Una
persona mayor con arrugas se acerca a mí y me observa durante un
buen rato, que me parece una eternidad mientras el extraño poblado
mantiene silencio y, siguiendo el ejemplo del Chamán, mirándome
también fijamente.
-
Tú buen amigo serás si pasas pruebas tres. Primera: cazar águila
con arma propia fabricada.
Y
acto seguido me encuentro en una montaña. Si no fuera por que no
tengo la lanza habría pensado que todo había sido un sueño. De
repente veo un águila, y otra, y otra.
Tengo
que aprovechar la oportunidad. Cojo un palo del suelo y lo ato a una
piedra. Lo lanzo con todas mis fuerzas y le doy a la primera águila
en el ala. No consigo nada, excepto enfadarla aún más.
Viene
derecha hacia mi, y todas sus compañeras se unen a ella. Voy a
morir, voy a morir, voy a morir...A no ser que...
Rápidamente
me corto el dedo pequeño de la mano izquierda con una piedra muy
afilada del suelo y lanzo el dedo en el aire.
Una
gran punzada de dolor recorre todo mi cuerpo, pero no da tiempo de
preocuparme por un simple corte, ya que las cuatro águilas se pelean
por el minúsculo trozo de carne cruda que unos segundos antes
formaba parte de mi.
Quiero
saltar encima de ellas, pero mi instinto me dice que no, así que
hago caso de mi instinto.
Una
de las águilas se acerca a mí y, ni sabiendo porqué, con sus
garras se suicida.
En
el mismo instante en el que agarro a la muerta águila vuelvo a estar
delante de toda la aldea.
-
Tú saber dominar animales gracias a tuyo instinto. Tú ser bueno
dominador de tu propia mente. Nosotros curar ya herida.
Y
con unos polvos que pone donde estaba mi dedo pequeño la herida se
cura.
-
Segunda prueba: fabricar cabaña como nuestras, en tres días.
La
segunda prueba es fácil: me fijo en las casas y aprovecho para
colarme en las de la gente “para ver cómo son por dentro” y me
gano su confianza.
Sobretodo
voy a la de Calera, que cada vez es menos dura conmigo. Así que la
cumplo sin ningún problema.
Tres
días después todo el pueblo se reúne. Esta vez no están todos
callados; algunos incluso me animan, hasta que entra el Chamán.
-
Tercera y última prueba. Si tú pasar, tú entrar. Aprender a pelear
será. Entrenador tuyo Sirius, jefe.
Un
frío helado recorre mi cuerpo (ya que si todo va bien Sirius será
mi suegro).
Los
días son duros, cada entrenamiento descubro una cosa nueva, algo
más. Hasta que Sirius decide que estoy preparado, que paso a ser
parte de la tribu de los “Ywooks”.
Cuando
me lo dice me pongo radiante de alegría, pero entonces unas flechas
aparecen de la nada y le dan a Sirius en el pecho. Calera suelta un
grito ahogado y unos hombres salen de detrás de los árboles y
empiezan a pelear (es la tribu de los “Pótarr”, de los que he
oído hablar).
La
pelea acaba derrumbando las cabañas, pero hay muy pocos muertos.
Me
despierto. Hoy con los llantos de Cetefe no he podido dormir
demasiado. Como siempre (de hecho no), como la mezcla vegetal que me
ha preparado Calera y bebo el típico zumo indígena de mi tribu:
LA
TRIBU DE LOS YWOOKS !!!
Xavier Parellada i